Inclusión en el verano, también.
Por Lourdes Valls. Project Manager en IMANcorp FOUNDATION
Con la llegada del verano, todos esperamos con ansias los días de vacaciones. Soñamos con días soleados en la playa, con noches estrelladas en el campo, con aventuras y momentos de relax que nos recargan de energía. Para muchos, estas imágenes representan la esencia misma del descanso.
Pero, ¿qué sucede cuando esas experiencias que damos por sentadas se convierten en un desafío casi insuperable? Aún persisten muchas barreras de accesibilidad para las personas con discapacidades físicas, los padres de niños con autismo y otros grupos vulnerables que se enfrentan a desafíos significativos, como las aglomeraciones, al intentar disfrutar de lo que para muchos es un derecho básico: el ocio y el descanso.
Las barreras de accesibilidad van más allá de la falta de ofertas de viajes adaptados; están profundamente arraigadas en la falta de conciencia y consideración de gran parte de la sociedad. Esto provoca que ir a la playa, a un concierto de verano, a una atracción turística o incluso a un parque sea agotador y, en ocasiones, hasta peligroso. Basta con observar cuántos espacios de estacionamiento reservados para personas con movilidad reducida son ocupados por vehículos que no cumplen con las condiciones necesarias.
Es crucial reflexionar sobre la accesibilidad real y el impacto que tiene en la calidad de vida de las personas durante sus vacaciones. La inclusión no debe ser una mera aspiración, sino una realidad palpable en todos los aspectos de la vida, incluyendo el ocio.
Implementar mejoras significativas en la infraestructura turística, capacitar al personal en atención inclusiva y sensibilizar a la población sobre la importancia de la accesibilidad son pasos esenciales para lograr un cambio real. Este verano, cuando veas una muchedumbre, una rampa con gran desnivel o escalones para entrar en algún sitio, recuerda que queda mucho camino por recorrer y todo empieza con un primer paso.
Trabajemos juntos para derribar estas barreras y asegurarnos de que las vacaciones sean realmente inclusivas para todos. Solo entonces podremos decir que vivimos en una sociedad que valora y respeta la diversidad en todas sus formas. Solo entonces podremos disfrutar de un verano realmente accesible para todos.